Entre el quiero y el puedo

Soy un río de lágrimas y lamentos, pero mí felicidad es magia.
Soy un torbellino de fracasos e inseguridades, pero a veces me amo un montón.
Soy todo lo que quiero cuando me abrazo, pero a veces la tristeza no me deja hablar. Entonces escribo giladas en una libreta para desahogarme y sentir que el mundo es menos malo.
Si quiero, sé que me puedo comer el mundo de un bocado, pero a veces prefiero un abrazo.

Miedo

Miro al cielo y me vuelvo loca, porque no te puedo encontrar.
Tengo frío.
Tengo sueño todo el tiempo.
Tengo miedo.
Miedo que está tristeza no termine nunca.
Miedo de no poder volverme a abrazar.
Miedo porque sé que si no me abrazo yo, nadie más me va a abrazar.
Miedo porque el llanto me ahoga y no me deja respirar.
Miedo porque las nubes grises me distorsionan la vista y sigo sin poder encontrarte en el más allá.
Miedo porque las injusticias no se terminan solas y quiero salir nuevamente a luchar.
Pero ¿cómo voy a luchar contra un sistema opresor si no puedo contra está tristeza que me oprime el alma y no me deja avanzar?
A veces necesito tirar todas las piezas al vacío para volverme a armar.
A veces, solo algunas veces, necesito un beso en la frente que me haga sentir que todo va a pasar.

Nada tiene título

La luz de alba.
Las cadenas rotas.
Las voces dormidas,
despertando lentamente.
El peso frio de la crueldad,
borrando sus rastros con lavandina.
La monstruosidad impregnando su piel.
Las olas rompiendo su frágil cuerpo.
Subjetividades rotas,
identidades abolladas,
sueños inconclusos.
Un café con leche helado y sin sentido.

Solaconmigo

Me permito destruirme para renacer, me permito el llanto descontrolado lunar para una risa plena en el amanecer, abrazar mi sombra eterna para volver a ver el sol saliendo de las ruinas.
Sola.
Sola en un mundo lleno de fulanos.
En soledad deshago todas mis capas  y me vuelvo a armar y amar. Me muestro vulnerable conmigo misma para deshacer el nudo y volver a empezar.
De la oscuridad engendro la luz renovada.
De la tristeza rescato la fuerza para no abandonar y seguir, para vivir el dolor y transmutarlo a plenitud.
Sola con una muchedumbre susurrando al rededor.
Sola pero sabiendo que puedo crear algo mejor.
De los golpes aprendo el amor propio, de las decepciones a honrar mi palabra, de las faltas a estar presente, de la agonía que después de la tormenta siempre sale el sol.
Me habilito la tristeza y la hago carne en mi con el contrato de volver a pintar arco iris multicolores cuando pase el huracán.
Sola pero conmigo, el acto más grande de amor. Me abrazo muy fuerte, me levanto y camino, siguiendo siempre el latido valiente de este libre corazón, que me lleva al destino perfecto en cada ocasión.

Quiebre

Si no la nombro desaparece, y el cristal se vuelve humo.
Si no la nombro se pierde, y viaja con el viento hacia algún otro sentir.
Si no la nombró no se hace carne en mí, no clava estacas ni se queda a vivir.
Si no la nombro, su esencia transparente se dispersa y vuela, sin rumbo y sin destino, a veces se aleja pero siempre vuelve a convertir en monocromático algún paisaje feliz.
Si no la nombro se vuelve dolor, pero de ese que es imperceptible, que sabe esconderse tras falsas sonrisas.
Si no la nombro, esta tristeza que me desarma, cala fuerte en mis huesos y me impide caminar, nubla los cielos más soleados e inunda con desconsuelo mi tibio jardín.
Si no le pongo palabras a esta oscura sensación, me entumece el alma y quiebra todos mis esfuerzos y le arranca mil pedazos más a este roto corazón.
Por eso la nombro, la miro fijo a los ojos y la abrazo muy fuerte para transmutarla a algo mejor.

La casa de los monstruos V

La muerte invadia todos los espacios, y la pequeña princesa no paraba de llorar sangre, desesperada huía de la oscuridad de aquel turbio pantano que no paraba de inundar su vida de desconsuelo y desgracia.
Ciega de tristeza, tropezaba con cada piedra que se encontraba a su alrededor, sus piecitos de cristal ya no soportaban más rudeza y su frágil corazón latía más despacio a cada paso que daba.
Cuando creyó no poder más, se dejó caer suavemente en aquel frío piso de barro y espinas que solo terminaron de hundirla en más tormento y calvario. A pesar de todo, ahí seguía su harapiento corazón, latiendo suave pero sin rendirse. Fue entonces que comprendió que no podía darse por vencida mientras ese brillo, por más tenue que sea, siguiera bombeando sangre a todo su cuerpo.
Con el manojo de fuerza que le quedaba saco las espinas de su cuerpo y lo abrazo con gusto a te amo. Ese pequeño gesto bastó para sanar poco a poco todas las heridas que aquel espacio turbulento y sombrío había impregnado en su delicada piel, y lo transformó en su antídoto por excelencia, para seguir tropezando pero nunca más sin aprender.

La casa de los monstruos IV

En algún lugar oscuro de su inconsciente queda la huella turbia de esa maldad inagurando su dolor.
Los recuerdos asesinos de esa violencia inmensa que salia de tu boca y terminaba en esos golpes que descocían poco a poco su harapiento corazón vuelven en forma de pesadillas a visitarla cada noche. El residuo de la maldad con la que colmaste su alma emparchada resurge por momentos en forma de inseguridades y tristeza.
Todavía, cuando intenta levantar la corona, por momentos todo tu horror la bloquea, impidiéndole ver el sol, por más que intente hacer de cuenta que no exististe, todavía sos su musa para describir las llamas del infierno, todavía tu ira invade sus noches de terror.
Sigue intentando pero no logra fabricar el auto-antídoto contra tus armas, aún no es impune a los tiros exactos de tu puño y palabra en acción.
Se refugia en su mundo de fantasía para escapar de tu violencia y llenar su marginal esencia con amor.

La casa de los monstruos II

No me pidas perdón ahora que tus ojos no lo sienten, que tus miedos no lo ven.
Tu arrepentimiento ya no tiene quorum frente al odio con el que me acechaste. Las noches de insomnio que me robaste ya no tienen espacio en mi memoria, ya no puedo perder el tiempo haciendo un mar de lagrimas por eso, ya no tiene sentido volver nuevamente emoción ese podrido dolor.
Vuelvo a ver con los anteojos violetas de la utopía y el amor, toda tu violencia se diluye en el brillante río que lava las heridas y las sana con pasión.
No me pidas perdón ahora que mis miedos no te temen, mis fantasmas te enterraron y ya no sienten el daño de tu perversidad en mis puntos débiles, porque los cubrió de hierro todo tu rencor.
Ya tu crueldad sano en varias sopas de letras, ya le puse metáfora a lo que quedo del horror, ahora ya sé que cuando la noche y la soledad me encuentran son menos frías que tu opresión. Aunque pase temporadas muda, encerrada en mi cabeza, ahora ya se como gritar lo que siento sin usar mi voz.
No me pidas perdón ahora, el tiempo se encargo de hacer lo suyo y evaporar  tu resentimiento , ahora descubro todos los días que mis manos son magia y puedo pintar arcoiris brillantes, transformando en maravilla cualquier rastro homicida de tu insensible ferocidad.
No me pidas perdón ahora, ya mis miedos no te sienten, ya mis ojos no te ven.

La casa de los monstruos III

Su roto destino se repetía frente al río de sangre que corría por las heridas que no sabía cicatrizar. Ahora que mis ojos ya no reflejan tu violencia, las agujas del reloj comenzaron a avanzar. Ahora que ya descubrí la forma de convertir tu desamparo en aprendizaje, creo poder hacer el sol salir tras el arcoiris.
Ojalá hubiera tenido la valentía para que en ese momento mi corazón dejará de latir. Quizás me hubiera evitado el dolor horrible de sentir tu frialdad tan cerca de mi alma, tenerte a un paso con un abismo de distancia, necesitar tu compañía y entrar en un laberinto lleno de pasadillos peligrosos, que ahogan con humos tóxicos disparados por fantasmas impunes, que desparraman su furia acumulada y consumen cualquier rastro de alegría.
La vida se vuelve un juego vertiginoso que transforma a la pequeña guerrera en una sana hija del rigor, endurece de sentimientos su alma para que pueda esquivar las balas de su desatinado destino.
El reloj se volvió un arma de doble filo, que dejaba recuerdos en forma de golpes con su paso sublime lleno de manchones negros, que es mejor cajonearlos en el inconsciente para poder avanzar.
Ahora que el sabor amargo de una derrota se puede fundir con el dulce de aprender del error, ya no duele tu rudeza, pude sanar el pasado y escribir un cuento mejor.
Ahora, siento los pies firmes en el camino que elijo, sin tener tanto miedo de tu palabra asesina, que corta el vuelo alto de la utopía, destrozando sus ilusiones y componiendo canciones rotas, olvidadas a un costado del callejón.
Fisuras harapientas de una subjetividad valorada, valiente y libre, averiada, que renace resiliente cada vez que un tropiezo turbio la vuelve a hundir.

La casa de los monstruos

¿Cómo volver poesía aquel monstruo asesino que te aniquila las fantasías llenando de miedo todo tu interior, embarrando tus esperanzas con con muerte en su lecho final?
Es difícil salir a gritar cuando las voces internas te oprimen y te consume el miedo del estigma social. Cuando esos ojos grises piden ayuda a gritos, pero se olvidan como se hacia para ponerle palabras a los recuerdos de una guerra fría interna, que vuelve por las noches en forma de pesadillas, impidiendo escapar a cualquier otro lugar.
Los estallidos abrumadores del fuego llenan el futuro de caos, evitando vislumbrar más allá del horizonte, los monstruos siempre resurgen de las sombras cuando la misma injusticia te vuelve a transformar. Cuando volves a hacer carne el miedo. Cuando las estaciones turbias que esa inconsciente dama ya cruzo la encuentran a la vuelta y sin pensarlo al barajar y dar de nuevo sube otra vez al mismo tren.
Quizás vagabundear en un sin fin de destinos sea su destino final, quizá el tiempo no la entiende porque se aferra a su diablo y no lo deja pasar.
Quizás su mejor historia, aún no la pudo encontrar.
Tal vez sus cuentos no tengan revancha, porque en este cielo no se invento un corazón que lata como tan fuerte al ritmo del suyo, transpirando libertad, valentía y valor.
Y cuando se enciende la luna y vuelven los fantasmas de esas noches blancas donde segundo a segundo crecía el dolor, ella sabe bien con qué frenarlos, porque el milagro de estar viva aún no la venció.

#MiraComoNosPonemos

Leo el hashtag #MiraComoNosPonemos y la cabeza no me para de maquinar.
Pienso, todo el tiempo. No paro de pensar en todas las mujeres que no pueden o no saben como salir a gritar.
Pienso en esa bebé que fui, que no tenía la mínima consciencia de lo que era un abuso pero sabía que lo que estaban haciendo con su cuerpo le dolía, y estaba mal. Hoy, cuando Telma contaba que durante nueve años anulo ese momento para poder seguir adelante, pienso en mi historia. En la historia de esa nena abusada que fui reconstruyendo a pedazos, preguntadole a la gente que me creyó cuando tenía 4 años y dije basta porque me estaban lastimando. Cómo pensaba, después, un poco más grande, estratégicamente qué y a quién preguntarle porque había una parte de la familia que defendía a mi abusador y no hablaba de eso. Pienso en como puedo reconstruir perfectamente en mi memoria todo lo que vino después de eso, las mudanzas, las terapias, los miles de cambios en mi vida y mi rutina, como la parte de mi familia que defendía y sigue defendiendo a mi abusador me hacía verlo a escondidas a pesar de que no podía hacerlo, pero no tengo una sola imagen de ese momento, más allá de lo que fui reconstruyendo a medida que parte de mi entorno me fue contando, no puedo recordarlo.
Pienso en como mis docentes no tenían una ley de protección integral ni una de educación sexual integral que les de un marco legal, sin embargo accionaron, sostuvieron y acompañaron. Pienso en lo necesario e importante que es esto, para que no exista unx solx niñx más que no se anime a contarlo. Pienso en como cuando un sector retrogrado y patriarcal sostiene que con sus hijos no se metan, sostienen un sistema que reproduce esta violencia asesina, que te cala hasta los huesos y te hace anular ese momento.
Pienso en esa nena, que tenía ocho años y que no podía creerle a su mejor amiga que el padre le clavo una botella en la espalda a su mamá. Pienso en que hubiera pasado si hubiera tenido un colegio que la contenga como a mi contuvieron a los cuatro años. Pienso, y no dejo de pensar, porque así como esa nena no podía creer que su mejor amiga, la madre y la hermanita se habían muerto en un crimen pasional, que no entendía cuando escuchaba a lxs adultxs que la rodadeban culpar a la madre por tener dos hijas con un golpeador y no se hablaba ni por un segundo de la violencia de genero, ni de ese femicida ni por casualidad.
Pienso en esa adulta de casi veinticinco años que fue a una entrevista en una supuesta agencia de modelos, y que le ofrecieron ser prostituta vip después de romper su autoestima en mil pedazos, humillar su cuerpo por completo y mostrarle que esa era la forma más rápida y fácil de llegar. Pienso en como te come el cerebro toda esa violencia, y en que en momentos de suma necesidad y con tu integridad tan pisoteada y hecha mierda llegas a pensarlo como lo mejor que te puede pasar. Pienso y no dejo de pensar ni un solo segundo, en el miedo horrible que invadió todo el cuerpo de irme a Dubai a acostarme con un jeque árabe por diez mil dolares y no volver nunca más. No volver y que no me busquen. No volver y repetir la misma historia de mi infancia. No volver y que sea mi culpa, porque si no me cuido yo no me cuida nadie, y yo al fin y al cabo era la que decidía aceptar las reglas de ese lugar. No volver, y que me juzgue el mismo el sistema judicial que juzgo a los femicidas de Lucía Pérez, que cuando tuvo la oportunidad de hacer justicia la volvieron a matar, o qué no pase ni eso porque cabía la posibilidad que nadie se entere siquiera que me iba a otro país y nadie me salga a buscar.
Pienso, no puedo dejar de pensar en todo lo que venimos construyendo para que esto deje de pasar. Para poder ir a una entrevista de trabajo tranquilas, para salir a la calle sin miedo de que nos vayan a violar o acosar. Para sentirnos libres y bien con nuestros cuerpos, para no tener un estereotipo perfecto al cual llegar a toda costa, aunque eso nos pueda matar.
Pienso. Me reviento la cabeza pensando en la cantidad de mujeres que viven esta violencia a diario sin poderlo visibilizar y contarlo, sin dejarse ayudar, sin tener un sistema que las proteja y las ampare y no pueden ver otra realidad, pienso toda la verdad que hay en esa anulación para poder seguir adelante, y en toda la lucha que tenemos por delante para que no exista ni una sola mujer más oprimida en manos de esta violencia machista y patriarcal.

Docentes de inicial por el aborto legal

Si, soy docente de inicial y estoy a favor de legalización del aborto.
No, señor cajero del día, no me voy a quedar sin alumnxs por una ley que busca brindar apoyo, seguridad y protección a quienes ya elijen hoy esa práctica y mueren por no poder poder pagar el precio del silencio para otra clase social.
No, definitivamente no me voy a quedar sin alumnxs, pero lo que sí va a pasar, es que voy a enseñar con el ejemplo a mis alumnxs y lxs que vendrán, a luchar por sus derechos, a salir a ganar las calles y gritar por una sociedad con mayor justicia social.
No, claramente, si con los ajustes y el recorte de presupuesto que sufre día a día la educación de gestión Estatal no me quede sin alumnxs hasta ahora, no me voy a quedar sin alumnxs con esta ley. Voy a contribuir a generar más maternidades responsables y deseadas, voy a luchar y ayudar para que mis alumnxs y todxs tengan una educación sexual integral de calidad que promueva un pensamiento crítico que genere la capacidad de tomar elecciones responsables, tengan acceso a diversos métodos anticonceptivos de manera gratuita, y en el caso de que todo lo anterior falle, lucho y voy a seguir luchando por mis alumnas y por todas las mujeres que quieran acceder al aborto puedan hacerlo de una manera legal, segura y gratuita, sin ser obligadas a parir por deber y sin placer.
¿Cómo va a ser contradictorio, señor cajero del día, ser docente y estar a favor de la amplitud progresiva de los derechos humanos y sociales en pos de una sociedad equitativa, empática, y sin privilegios de genero? Que ridículo que suena.
No, señor cajero del día, quédese tranquilo que no me voy a quedar sin alumnxs. Voy a tener muchos, no me cabe la menor duda. Y voy a estar orgullosa de educarlxs creando amor en colaboración y convivencia con lxs otrxs, haciendo crecer sus posibilidades día a día. 

VII

¿Para qué? Si toda una vida no alcanza para admirar el brillo de tu sonrisa y los hoyuelos de tus mejillas al hacer magia con la comisura de tus labios.
¿Cómo te explico los placeres de mi alma al volver sentimiento ese momento y transitar maravillado esa emoción?
Sos guerra y sos paz, sos luz y oscuridad, sos un sano vicio imposible de abandonar.
Que me importa el desafío de crecer todos los días, si a tu lado puedo volar. La tristeza huye despavorida al ver tu figura avanzar, huye colapsada del miedo a que la puedan olvidar.
Sos el fuego eterno que ilumina las batallas nobles y justas, el refugio tierno donde florecer, un norte inmenso que te reposiciona en la vida para no rendirse y abrazar la fe.
Y si todo eso no alcanza, todavía queda el hechizo de tu alma viajera y llena de diversidad, el encantamiento de esa suma de aprendizajes constantes que resignificas en tu andar.
Sos la brisa pura de un nuevo amanecer, la puesta de sol esperanzada en cada madrugada, la lección inolvidable que surge al ver como caes, para levantarte y brillar. 

Como a los ocho, otra vez.

Para la justicia no fue un femicidio.  No.  Para aquellxs que todavía reproducen la presión patriarcal no lo fue. La drogaron, la empalaron, la mataron y la dejaron abandonada en completa consciencia de lo que hacían y la relación de poder que manejaban con una ADOLESCENTE. Pero no. Para la justicia no hay femicidio alguno.
Para la justicia, Lucia no fue ni siquiera un número en un indice que dice que muere una mujer cada 30 hs. en manos de la violencia de genero. Para la justicia de este país no hubo famicidio. El hecho de venderle droga a una menor con la intención de empalarla, abusar de ella y finalizar matándola no implica la existencia de femicidio alguno.
Con el corazón en el puño, y el puño bien alto, vamos a seguir gritando como las nietas de las brujas que no pudieron quemar, por Lucia y por todas las que no lo pueden contar. Por no dejar la justicia en manos de un sistema que nos oprime, calla e invisibiliza, vamos a seguir poniéndole voz y ojos a aquellxs que aún no lo pueden ver.
Cuando tenía ocho años, mi mejor amiga del colegio por aquel entonces, Brenda, fue victima de un femicidio, y para la justicia, tampoco había sucedido tal. Su padre, decidió matarla junto con su hermanita porque tuvieron la mala suerte de ver como mataba a cuchilladas a su mamá. Por esos momentos, recuerdo, se usaba el termino "crimen pasional" y también, por esos momentos, ya había algo que no me cerraba ¿Pasional? ¿En serio? ¿Un hombre matando a su ex pareja y a sus hijas es un tipo pasional? ¿Era real tal tipología de crimen? Tenía ocho años, un sin fin de preguntas sin respuestas y escuchaba muchas cosas que me hacían ruido y no lograba comprender.
A medida que fui creciendo, transitando la violencia machista en carne propia, comprendiendo y deconstruyendome, descubriendo en el feminismo un lugar hermoso para sentar base y crecer, a medida que esta lucha se hizo más grande y visible, fui aprendiendo en compañía sin miedo a caer.
Avanzamos en derechos en contra de la violencia de genero como sociedad en su conjunto, y (creo) comprendimos todxs que el crimen pasional NO EXISTE, se llama femicidio y son mujeres muertas por su condición de ser mujer, en manos de una hegemonía patriarcal, con derechos vulnerados y siendo victimas de los privilegios que este sistema le otorga a su (o sus) opresor(es).
Pero, después de todo este recorrido, para la justicia nefasta de este país, no hubo tal femicidio con Lucia. Lucia no murió victima de la violencia de genero, ella se lo merecía seguramente, vaya unx a saber por qué.
Y yo, acá, nuevamente llena de preguntas sin respuesta, me siento como esa nena de ocho años a la que le arrebataron a su mejor amiga en un "crimen pasional" y no entendía por qué.
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